domingo, 24 de abril de 2011

Niños, Maestros y Escritores.

    A la memoria de mi padre, Eleuterio Álvarez Ardabán, quien nunca entendió mi pasión por la literatura, pero que de todas maneras sabía alegrarse por cualquiera de las rarezas de su hijo.

 
    Todo artista tiene sus propias obsesiones, características propias y temas favoritos, elementos identificadores a los que nadie escapa, pues no sólo son parte de su obra, sino también de su misma vida e individualidad. Es así como nuestro Stephen King (SK) también responde a estos patrones, los cuales son variados, aunque en esta ocasión quisiera detenerme tan sólo en uno de ellos: la constante aparición en sus obras de personajes infantiles, como también otros dedicados a la profesión de enseñar y escribir. Lo anterior no es algo gratuito. El que en sus obras haya un gran número de personajes que tengan estas cualidades, responde a un motivo en concreto, a un porqué; de este modo el presente trabajo quiere desentrañar, en lo posible, todo esto.

I - Los Niños.

    Muchos de nosotros, asiduos lectores de la literatura de terror, durante nuestra infancia sentíamos cierto interés morboso hacia todo lo macabro, lo extraño e incluso lo maligno. Todo esta "inocente perversión" se daba pese a que ya solos en la oscuridad de la noche y de nuestros cuartos, temiéramos que los monstruos de nuestras lecturas, de las películas vistas en compañía de los adultos (para de algún modo sentirnos protegidos), como de las horrendas leyendas urbanas contadas alrededor de nuestro grupo de amigos, tomaran forma y nos sometieran a cada uno de los suplicios más temidos por nosotros. De este modo el infante, al igual que el hombre primitivo y pretecnológico, que ideó toda una serie de cosmologías y mitologías para explicarse lo que no entendía e identificar a lo que temía, posee una gran carga de irracionalidad que es la que le permite asustarse con cuanta cosa sea posible. Es este ancestral instinto (el miedo) el que une al adulto con el niño y al hombre de las cavernas, puesto que cuando algo nos asusta, bajamos la barrera protectora de nuestra civilización y nos convertimos en una criatura meramente creyente, ignorante de la razón.
    Los escritores de literatura de terror saben muy bien esta premisa, puesto que muchos de sus lectores comenzaron desde niños a leer este tipo de historias, ya que incluso la literatura infantil posee un lado oscuro que trata sobre el mal, el peligro y lo desconocido. Luego, el niño será un excelente recurso literario para mostrar la fragilidad de nuestra humanidad (¿acaso no se nos dice en todo momento que hay que proteger a los más indefensos y desvalidos? O sea, los niños). Tomemos por ejemplo, por el momento, el caso de una entidad tal como IT (también conocido como Pennywise), quizás el monstruo por excelencia de SK: el horrible monstruo de Derry se alimentaba generalmente de niños, usando sus miedos para tomar forma, atemorizarlos y tenerlos a su merced; si la base primordial de la alimentación de alguien (o de algo) es el miedo, qué otra cosa mejor que los niños para ello, puesto que a la hora de temer a algo, su "productividad" es ilimitada.
    Existen otros ejemplos en la ficción de SK que reflejan esta conexión entre la infancia y los temores de nuestro subconsciente. La mayoría de las taras emocionales, fobias y miedos inexplicados tienen su raíz en unos cuantos hechos aislados de nuestros primeros años de existencia, sucesos provocadores de verdaderos traumas que nos ocurrieron por simple azar o por la acción inmoral de algunas personas. Cuando me refiero a esto, no puedo olvidar escenas tan aterradoras como las que describe SK en libros tales como Cementerio de Animales, al conocer la génesis del miedo patológico a la muerte que siente Rachel Creed y que radica en el recuerdo de su hermana mayor, física y mentalmente insana debido a la meningitis espinal, a la que por cierto la obligaron a cuidar; también puedo nombrar el enfrentamiento final entre Ralph Roberts y el Rey Carmesí en Insomnia, cuando el famoso "futuro" enemigo de Roland y su Ka -Tet, y ahora rival de Roberts, hace uso de un recuerdo de éste (su infantil miedo a unos peces llamados bagres que él cazaba con su hermano de pequeños) para atemorizarlo al tomar la imagen de una de las cosas a las que más temía.
    Los niños tienen más imaginación que ninguna otra persona, por ello son más propensos a creer cualquier cosa (¿recuerdan a la interesante lista que nos nombra SK en el prólogo de su colección de cuentos Pesadillas y Alucinaciones, sobre sus miedos infantiles y las leyendas urbanas en las que fielmente creía?) y por ende están más expuestos al miedo y a ser dañados. A esto puedo citar la personal odisea que deben sufrir personajes tales como Trisha McFarland, cuando se pierde sola en un bosque en La Chica Que Amaba a Tom Gordon, o las increíbles y espeluznantes aventuras de Jack Sawyer en El Talismán y Peter de Delain en Los Ojos del Dragón.
    Las numerosas fantasías del cerebro humano son la base de todo lo que construimos, ya sea herramientas o ideologías, y los vampiros de la mente muy bien pueden usar esto para subsistir, siendo los niños el primer y mejor recurso para acceder a esta ilimitada fuente de energía. Dentro de este grupo de monstruosidades podemos recordar al Tak de Los Reguladores (absurdamente titulada en español como Posesión) y que usa y abusa de la increíble mente del niño Seth para causar el caos y la destrucción; o al seudónimo que cobra vida en La Mitad Siniestra que ya desde la infancia atormenta a Ted Beaumont al mantener rastros de su extinto cuerpo dentro de la cabeza de su "hermano gemelo" y sabe que su creatividad puede darle una nueva existencia para luego reemplazarlo.
    Cuando se es niño, por lo general, se es inocente y es esta condición la que se constituye en una de las maravillas de la infancia. Los niños miran el mundo a través de otros ojos, pues su particular existencia está basada en un constante aprendizaje de nuevas experiencias que los mantienen a la expectativa de todo lo que los rodea, así como de una inmensa capacidad de asombro que los llena de vitalidad y de ganas de vivir.
    La literatura, ya desde los llamados cuentos de hadas, recoge este rico mundo interior de la infancia, el que justamente se constituye en una de sus virtudes primordiales. Se dice que "La fe mueve montañas" y esta virtud es algo que abunda entre los niños. La sabiduría popular afirma que "Los niños son la esperanza del mundo" y es así como muchos de los héroes de SK son niños y poseen la habilidad de superar cualquier adversidad. Ya he nombrado arriba a algunos, como Trisha McFarland, Jack Sawyer y Peter de Delain, pero tampoco podemos dejar de lado a figuras tan destacadas como el propio Seth o David de Desesperación (siendo además el nombre de este último personaje una clara alusión bíblica con el rey y héroe israelí, lo que acentúa su integridad como figura redentora); también están Danny Torrance (otro nombre con connotaciones bíblicas) de El Resplandor, poseedor de un gran poder capaz de superar una maldad tan impresionante como la del Hotel Overlook y Mark, el aliado cazador de vampiros de Ben Mears en Salem´s Lot.
    Por otro lado, tampoco nos podemos olvidar de Jake, uno de los protagonistas de la épica saga de La Torre Oscura, quien incluso llega a sacrificarse para permitir a Rolando que continúe su viaje hacia la salvación de su mundo.

    Mención aparte merecen los protagonistas de dos obras clásicas del señor SK. Primeramente me refiero a los protagonistas de El Cuerpo, quienes realizan un iniciático viaje a la madurez en esta novela (recurso posteriormente también utilizado en Corazones en la Atlántida, aunque de un modo más simbólico). Por otro lado, también tenemos al recordado "Club de los Perdedores", los únicos capaces de enfrentar y derrotar a It, usando todo su ingenio y "magia"; a ambos medios, una vez ya adultos, deben nuevamente recurrir para acabar por completo con su enemigo. A esto podemos recordar las palabras de Jesucristo sobre que "Para entrar al Reino de los Cielos hay que ser como niños". La anterior cita es algo que al parecer un autor tan cristiano como SK tiene muy presente, puesto que los únicos personajes que en sus obras logran alcanzar cierto grado de redención, mantener la cordura y salir airosos de sus vicisitudes son quienes se mantienen en un estado de nobleza cuasi infantil. Dentro de esto podemos considerar a Tom, el retardado mental de The Stand, conocida en español como Apocalipsis, quien siendo físicamente un adulto, mental y espiritualmente es un niño, transformándose en uno de los personajes más carismáticos y heroicos de la novela.
    Pero si bien los niños poseen una inocencia que los mantiene por sobre los adultos, este especial estado de sus personas muy bien puede constituirse en un peligro.
    Un sujeto tan inexperto como un niño puede ignorar el mal y con ello llegar a un estado de convivencia con éste, que lo podría corromper al desconocer sus verdaderas intenciones. Se dice que el niño es "una tábula rasa", que las experiencias se van escribiendo en él de modo que van formando en su ser una personalidad; luego se va desarrollando un patrón de valores morales que responde a la educación al que ha sido expuesto el infante. Al tomar lo anterior, podemos considerar la tesis expuesta por SK en El Alumno Aventajado, donde vemos como el mal llega a pervertir al joven protagonista de esa historia, en la cual se detalla la enfermiza y simbióticamente vampirírica relación entre Todd Bowden y un viejo nazi. También el mal contagia los infantiles espíritus en el clásico cuento Los Chicos del Maíz, y se posesiona de los cuerpos como en el caso del otrora tierno Gage Creed, ahora convertido en un cruel zombi caníbal en el ya nombrado Cementerio de Animales. El mal desea la pureza, para mancharla con su mácula y hacer posesión de sus cuerpos, tal como si fuera un recipiente, como sucede en el cuento Abuela. Pero no hay mayor maldad que la de confundir a los inocentes y convertirles al pecado (sino recuerden el mito de la expulsión del Paraíso y la Caída del hombre); o sea, la maldad quiere descendencia, algo que SK describe muy bien en su guión original para La Tormenta del Siglo, con la búsqueda que tiene Linoge de alguien, en este caso un niño, que sea su heredero.
   Por último, para finalizar este apartado, se ha postulado acerca de la existencia del mal puro, tema muy recurrente en la literatura de terror. De este modo qué no puede ser más horrendo que conectar lo de la "tábula rasa" a un mal originario: quiero decir, a una maldad con forma de niño como en Hay Que Aguantar a los Niños, donde una maestra se enfrenta a tal abominación (cruel ironía, pues más de un profesor ha tildado a sus pequeños alumnos como monstruos y es así, como en este caso la profecía se autocumple).

II - Los Maestros.

    Cualquier lector que se jacte de ser un verdadero admirador del llamado "Rey del Terror", sabe que nuestro querido SK, aparte de ser escritor, ostenta el título de Profesor de Literatura y Lengua Inglesa (este título que pongo aquí es una aproximación al que realmente tiene).

    Debido a esta razón durante unos cuantos años gran parte del dinero que ganaba era gracias al arte de enseñar, algo que en todo caso ha seguido haciendo a través de sus escritos y conferencias. Yo mismo soy profesor (con un título similar al descrito arriba) y sé muy bien que si se es profesor, se es siempre, en todo momento y en la cosa más insignificante puede aflorar esta faceta de uno mismo. Bueno, lo mismo sucede con SK.
   Un escritor debe tener dominio sobre sus historias, sobre lo que nos cuenta, y si sabe poco o apenas domina una materia que va abordar, es necesario que investigue al respecto, de modo de no quedar mal frente a ojos de quienes sí tienen conocimiento acerca de ello. La primera herramienta que tiene un artista para crear su obra (o "recrear" el mundo) es su propia vida como individuo, o sea, cada una de sus vivencias personales.
    De este modo, un escritor escribe sobre lo que conoce y qué no conoce tan bien SK que el mundo de los profesores (y claro, por supuesto, igualmente el de los escritores).
    La primera parte de este ensayo la terminé refiriéndome a un cuento titulado Hay Que Aguantar a los Niños, que retrata la horrible experiencia de una maestra con sus especiales alumnos. Si consideramos otras obras de SK, y tomamos en cuenta lo que sabemos de los profesores (que debido a su profesión están expuestos a trabajar con personas de todo calibre, puesto que lo que hacen es una labor social y en sí la sociedad es bastante heterogénea; además de que no todo el mundo trabaja tan íntimamente con individuos inmaduros como lo son los niños y adolescentes), podemos darnos cuenta del giro dramático que toman las situaciones "kingnianas" al ser vividas por un profesional de la educación. Sin embargo, uno también podría decir que la experiencia de los maestros de por sí les ayuda de antemano a enfrentarse a esos horribles escenarios en los que SK los ubica, puesto que en todo momento el profesor sabe que está propenso a vivir hechos inesperados y que debe tomar rápidamente decisiones cuyas repercusiones pueden ser variadas.
   Tomemos como un primer caso, y quizás el mejor de todos, el de uno de los héroes clásicos de SK: me estoy refiriendo al de John Smith, atribulado protagonista de La Zona Muerta. John Smith es un maestro que debido a su facultad precognitiva (al contacto con las personas y objetos puede saber el pasado y/o futuro de las personas), se ve involucrado en la difícil tarea de cambiar el destino de los individuos, siempre y cuando se decida a actuar una vez entrado en conocimiento al respecto. Es así como el personaje se encuentra con el conocimiento de quién es el "Asesino Escurridizo" que está asolando el malogrado pueblo de Castle Rock, y luego para rematar se encuentra en al encrucijada de evitar solitariamente un holocausto mundial.
    El protagonista de esta novela, al igual que otros profesores de la obra de King, es un sujeto sensible, obligado a llegar al límite de sus fuerzas para defenderse, pese a que necesariamente no alcanza a disfrutar totalmente del fruto de sus sacrificios (por lo que a la larga sus triunfos, son triunfos morales, puesto que al menos todos los profesores de SK que recuerdo, mueren al final de sus máximas proezas). Tanto John Smith, como Andy McGee de Ojos de fuego y el maestro protagonista del relato A Veces Vuelven, responden al estereotipo del héroe solitario, melancólico y trágico; son personajes perseguidos por su pasado, a quienes se les ha negado toda posibilidad de tener una vida normal. Debido a lo anterior, pueden llegar a ser algunos de los personajes más patéticos de SK, como igualmente algunos de los más humanizados.

III - Los Escritores.

    Desde su ya lejana tercera novela publicada, El Resplandor, SK usó a un escritor como protagonista (Jack Torrance, en todo caso un escritor frustrado); es así, como hasta nuestros días SK ha hecho pulular entre gran parte de sus obras a gente como él, dedicada al fino arte de escribir. Por supuesto, no todos los personajes kingnianos que son escritores son iguales, aunque sí mantienen elementos comunes unificadores, debido a las cualidades que poseen, así como en la intención de su creador para hacerlos protagonistas de sus novelas y cuentos.
    Un artista, y en especial un escritor, es por lo general una persona que tiene una percepción distinta de la vida, al igual que una mente amplia que le permite no caer en convencionalismos y prejuicios; es un demiurgo capaz de transformar lo que tiene a su disposición, me estoy refiriendo a su experiencia, capaz de crear gracias al gran poder de su imaginación. Por todos estos motivos, el escritor está ligado al mundo de la fantasía, por lo que es otro sujeto que tiene mayores probabilidades de salir airoso frente a cualquier situación que requiera no sólo valor para ello, sino también una fuerza de espíritu que sólo tienen quienes ven más allá de lo aparente (si no lo creen así, basta que recuerden a alguien como Bill Denbrouhg, de It, quien es uno de los mejores ejemplos a la hora de identificar las virtudes morales y espirituales de un escritor).
    Es entonces que nuestro autor favorito hace uso de sus colegas ficticios para reflejar muchas veces lo mejor del mundo adulto. Con esto, no quiero decir que estos personajes sean seres perfectos (no, SK nunca cae en el llamado mal del maniqueísmo, donde los buenos son verdaderos santos y los malos son tan viles que llegan a ser verdaderas caricaturas del mal), sino que dentro de su fragilidad humana poseen tal predisposición hacia la virtud, que son capaces de superar cualquier debilidad, tentación o mal de turno. Consideremos para ilustrar esto al John Marinville de las "novelas gemelas" de Desesperación y Los Reguladores; especialmente la versión de la primera novela es un individuo que pasó durante su pasado por un camino de tribulaciones; alguien que "pisó a fondo" y que muy bien "ya viene de vuelta", puesto que pasó por su propio proceso de decadencia, hasta que los sucesos que le toca vivir en el desértico pueblo de Desesperación le otorgan su oportunidad de purgar y expiar sus culpas: en otras palabras, de redimirse, una vez realizado el sacrificio final.
    Tomemos ahora el caso de personajes como Paul Sheldon, de Misery, Ben Mears de Salem´s Lot y Jim Gardener de Tommyknockers; estos tres escritores sufren sus propios calvarios y al final logran salir adelante, venciendo, el primero de ellos sus impedimentos físicos, el segundo, sus propios terrores infantiles y en cuanto al poeta, su adicción al alcohol. Deben ayudarse a sí mismos para enfrentarse luego a los propios monstruos que se han cruzado en sus vidas.
    Cada uno de los distintos tipos de personajes de los que hace uso SK le sirve de vehículo para reflejar según su caracterización un tema en específico, un arquetipo de persona o conducta en especial (bueno, en realidad esto lo hacen todo los escritores, pero en SK es algo que se nota mucho más que en otros autores). Pero en cuanto a los personajes escritores, de vez en cuando SK se permite utilizarlos para mostrar en ellos y en las tramas en las que se desenvuelven, aspectos propios del mundo editorial y artístico. Si comenzamos a enumerar ejemplos de estos "espejos" de esa particular realidad, podemos volver a nombrar a Paul Sheldon, quien lleva sobre sus "ficticias" espaldas la entendible preocupación de las personalidades públicas, en especial de los artistas, de ser víctimas de su fama, la que se ha materializado tristemente bajo la figura de su "admiradora número uno": la enfermera psicópata Annie Wilkes (una persona "anónima" está menos expuesta al peligro que alguien conocido y reconocido). También podríamos traer a la memoria al escritor protagonista del cuento La Balada del Proyectil Flexible, personaje ligado a la locura, algo tan propio de los artistas, puesto que en muchas ocasiones la genialidad está relacionada con la locura y a todo tipo de trastornos emocionales.

    También merece ser nombrado Peter Jefferies, el detestable pero exitoso escritor del cuento La Dedicatoria. Tal como nos cuenta SK en las notas a su volumen de cuentos Pesadillas y Alucinaciones, él ya había tenido la mala suerte de conocer a otros autores cuya virtud literaria no iba de la mano con su virtud moral. Es así como en este cuento, SK desmitifica la idea de que todo artista es una persona honorable, y es que si comenzamos a rastrear la vida de algunos de ellos, podemos darnos cuenta de que grandes personalidades dejan que desear bastante desde el punto de vista humano. Sin embargo, el otro escritor que aparece en esta historia, el humilde Peter Rosewall, resulta ser su opuesto, siendo además un afro americano, y no el típico "gringo", con lo que el carácter simbólico de este último se acentúa a la hora de resaltar lo mejor de la humanidad.
    Para finalizar, otro temor de los escritores, es el que tienen al famoso "Síndrome de la página en blanco", consistente en un verdadero bloqueo para inspirarse y escribir. Resulta interesante considerar lo que sucede con Mike Noonan de Un Saco de Huesos, quien luego del trauma que le produce la muerte de su esposa, sufre de este mal. SK supo retratar muy bien este problema y pocos años después de escribir y publicar este libro vivió en carne propia (¡gracias a Dios fue sólo un impase!) este trastorno; me estoy refiriendo al triste episodio que lo llevó al borde de la muerte, luego de ser atropellado durante 1999. No obstante SK, con esa voluntad que bien sabe dar a los héroes y heroínas de sus libros, logró superarse y salir adelante.

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