domingo, 29 de abril de 2018

¡Y sigámosle dando no más con Robert Howard! (primera parte)


      Luego de haber gozado tanto con el volumen Las extrañas aventuras de Solomon Kane de Valdemar, sobre el serio justiciero puritano creado por Robert Howard, no me aguanté las ganas y tras un breve paréntesis de solo leer cómics, me dispuse a disfrutar con otro tomo de cuentos del texano.  Esta vez me decidí por El Valle del Gusano y otros relatos de terror sobrenatural, también de la prestigiosa editorial (que aún me queda otro volumen del artista realizado por la misma empresa, de los 3 libros que adquirí de él en mi pasada visita a la FILSA, en noviembre del año pasado).   Opté por este título debido a dos razones en concreto: primero a que varios de sus cuentos ya los conocía de primera mano, desde mis primeros años de universidad, gracias a mi querido amigo Miguel Acevedo, quien con su gentileza habitual me prestó ille tempore su bella versión de Martínez Roca con portada de Richard Corben (caricaturista, sin dudas otro ídolo para los ñoños).  A menos que me equivoque, estos fueron los primeros textos originales del escritor que tuve el gusto de leer, que antes solo adaptaciones al cómic no más, así que era hora de revisitarlos para poder apreciarlos en todo su esplendor (y ahora convertido en alguien menos ignorante respecto a su autor).  Por otro lado, en el tomo de Valdemar, que lleva más material que la edición noventera de Martínez Roca y entre ello nada menos que Los palomos del infierno, cuento de terror que Stephen King ensalza tanto en su ensayo Danza Macabra…Y cómo soy fácil, no me resistí a escoger esta selección y la otra será para una ocasión ahora incierta (ya sabrán cuál es el otro libro aún en espera de ser devorado, je).
     Publicado originalmente por la mencionada editorial (tristemente desaparecida) Martínez Roca, en su añorada colección Fantasy, solo como El Valle del Gusano, en su primera versión a nuestra lengua se trata de una selección distinta a la que posteriormente sacó Valdemar.  Y es que el tomo que tuve el honor de tener en mi manos hace rato ya, posee en total solo 6 relatos; mientras que la selección de Valdemar cuenta con 10 textos en total y aparte de la narración que le da título a ambos tomos, solo hay otra historia que comparten entre sí (El pueblo de la oscuridad).  Pero como mi memoria es frágil y harta agua ha pasado bajo el puente, solo gracias a una pequeña investigación previa navegando por la red, me he podido dar cuenta de que nunca antes  había disfrutado aquellos escritos que hoy quiero compartir con ustedes (bueno, y para ser sinceros, los otras dos fue como si nunca antes las hubiese leído, je).
      Eso sí, el subtítulo elegido por Valdemar es bastante engañoso (y otros relatos de horror sobrenatural) puesto que de los escritos contenidos en sus páginas, solo 5 son de este género; mientras que el resto, que si bien poseen uno que otro elemento terrorífico, más bien corresponden a la fantasía épica o al llamado subgénero de espadas y brujería.  Sin embargo, pese a este desliz, el tomo completo se deja gozar bastante.
      Otra pequeña crítica para esta colección de relatos, es que salvo la interesante presentación del libro en la contratapa, no se incluye ninguna introducción previa en su interior al autor y a los cuentos mismos, que sin dudas servirían bastante para apreciar en mejor medida la perla que tiene uno en sus manos (y, bueno, la “minimalista” pintura usada para ilustrar la tapa, tampoco resulta ser tan atractiva que digamos).
      Dentro de estas páginas nos encontraremos con otros personajes habituales de la narrativa de Robert Howard, entre ellos con James Allison, personaje con el cual hizo uso del concepto de la memoria racial y de las reencarnaciones, ya que se trata de un hombre que ha tenido muchas vidas y es capaz de recordar sus antiguas identidades, siempre como un héroe enfrentado a grandes peligros sobrenaturales.  Al menos 8 son los cuentos en total que escribió sobre este (encontrándose 2 más de ellos en la edición de Martínez Roca: Los caminantes del Valhalla y El jardín del miedo).  De igual manera tenemos el gusto de hallar acá una narración con el protagonismo del picto Bran Mak Morn, perteneciente al pueblo de este nombre que en la realidad sí existió y que apareció como raza y cultura en varias de las creaciones de su autor.  Por otra parte, 2 cuentos giran en torno a Turlogh Dubh O'Brien, guerrero irlandés, que puede recordarnos en parte a Conan, gracias a rasgos de su personalidad voluntariosa.
     En cuanto a los textos de terror, abordan en su mayoría el tema de la magia negra y sus consecuencias nefastas.  Asimismo, poseen una fuerte carga moral, al asumir que toda mala acción (grave) trae su castigo y en parte, porque quienes la usan han renunciado a la humanidad, ante su deseo enfermizo de poder que termina por aniquilarlos.
     Los cuentos que comprenden la edición de Valdemar corresponden a:

1- En el bosque de Villefère.

      Un relato bastante corto que en su traducción al castellano no alcanza a tener 7 páginas completas y que para ser sinceros, viene a ser lejos lo más débil del tomo, razón por la cual mejore no hubiese encabezado tan excelente selección de los cuentos de Robert Howard (en otras palabras, la historia en sí es olvidable).
      La trama se enmarca (más o menos) dentro de las historias de terror, abarcando a su manera el tema de la licantropía. Todo en sí es bastante sencillo en apariencia, aunque al mirarlo de manera más crítica, se pueden encontrar unos cuantos detalles interesantes: Un hombre que pareciera ser autóctono de una zona más o menos rural, en las profundidades de un bosque se cruza con un viajero, un verdadero extraño y con el cual entabla una conversación.  La descripción del lugar y del mismo visitante auguran la atmósfera enrarecida de todo, en lo que la propia vida del protagonista (quien se encarga de contarnos de primera mano su experiencia) corre peligro.  La idea de la intrusión de un elemento foráneo dentro de la vida cotidiana, algo que claramente contamina aquello que damos por sentado como normal, que remece la seguridad de uno y nos pone en alerta como ingredientes para sentir temor, forman parte de esta pieza que solo es un tentempié para las perlas que más adelante le seguirán en esta colección, de uno de los grandes autores de fantasía del siglo pasado.
    Por cierto, no es el único cuento de Robert Howard que trata sobre hombres lobo, que al menos hay dos más salidos de su pluma: Cabeza de lobo y Estiércol de lobo.

     “El sendero era tan estrecho que tuvimos que caminar uno tras otro, él precediéndome. Lo examiné con cuidado. Era alto, mucho más alto que yo, delgado y filiforme. Vestía ropas que procedían, evidentemente, de España. Una larga espada colgaba a su cintura. Caminaba con largas y ágiles zancadas, sin hacer ruido.
     No tardó en ponerse a hablar de viajes y aventuras. Habló de numerosos países y mares que había visto, y discutió de muchos temas extraños. Y así, mientras conversábamos, nos fuimos hundiendo cada vez más en el bosque.
    Imaginé que sería francés. Sin embargo, tenía un acento muy raro que no era ni francés, ni español, ni inglés, y que ni siquiera evocaba ninguna lengua que yo hubiera oído antes. Extrañamente se equivocaba en algunas palabras y, en otras, era incapaz de pronunciarlas.”

2- La voz de El-Lil.

     Una visita más al África misteriosa y sobrenatural de las ficciones howardianas y de tantos escritores de su generación, esta vez a través de las experiencias de dos expedicionarios que en un viaje al llamado Continente Negro, se encuentran con uno de los tópicos más caros a este tipo de literatura: una civilización perdida.  Pero uno de los aspectos más atractivos de esta obra, viene a ser que el autor no se limita a solo inventar una cultura desconocida y antiquísima, sino que la relaciona con la existencia de un pueblo que en verdad pisó este planeta: Sumeria.  Es así que bajo el transfondo histórico que le da nuestro artista a su narración, evidenciamos una vez más su enorme cultura general como autodidacta y más encima en una época en la que no existían los medios como ahora, para acceder de manera tan fácil a un montón de datos (léase internet).
      Lo que parece una mera excursión con propósitos aventureros, se transforma en una odisea en la que la vida de la pareja de amigos protagonistas está en juego, al ser considerados como víctimas para el culto a uno de esos tantos dioses sedientos de sangre.  No solo violencia encuentran los héroes en su peregrinaje, sino que además les toca conocer un horror muy particular, que esta vez se aleja de las monstruosidades típicas de la autoría de Howard y aun así siniestra.
      Por otro lado, el elemento más o menos romántico y en el que entra dentro de la trama la presencia de una hermosa nativa, le otorga a la historia un cariz habitual propio de la literatura pulp, que hace de estos textos algo tan divertido para el lector ávido de la más sana evasión.

     “Al principio fue un susurro bajo y suave que fluía desde debajo del firme mazo del negro.  Pero rápidamente creció en intensidad.  El sonido sostenido y creciente se volvió crispante, se hizo insoportable.  Era más que un simple sonido.  El mudo había provocado una cualidad vibratoria que se introducía en todos los nervios y los hacía pedazos.  Se hizo más y más alta hasta que sentí que la cosa más deseable del mundo era la sordera absoluta, ser como aquel mudo de ojos vacíos que ni oía ni sentía el horror hecho de sonido que estaba creando.  Aun así, vi que el sudor perlaba su frente de simio.  Seguramente algún rumor de aquel cataclismo devastador reverberaba en su propia alma.  El-Lil nos hablaba y la muerte estaba en su voz (…).”

    El fragmento anterior no deja de ejemplificar el racismo propio de la supuesta supremacía del hombre blanco civilizador, del que se le acusa a Robert Howard, y sin embargo la personalidad de la belleza negra que aparece en las páginas de este cuento, así como la descripción del mundo de maravillas en el que sucede todo, contrastan con la imagen de un Howard despreciativo sobre la otredad africana.


3- Los dioses de Bal-Sagoth.


     Si el relato anterior se encuentra lleno de emociones y respecto al primero que abre este libro es una clara demostración de su talento, este otro resulta aún superior y eso que todavía no estamos hablando de lo mejor de este tomo.  La dosis de aventuras, heroísmo,  suspenso, criaturas fabulosas y violencia gráfica que caracterizan muchos de los textos de su autor, logra en su conjunto contentar al seguidor de Robert Howard hambriento de sus narraciones fantásticas.  Por otro lado, el protagonista de esta obra y aquellos otros que encontramos en su desarrollo, demuestran su habilidad para crear personajes que aunque comparten muchos aspectos con otros de su autoría, resultan extraordinarios como representantes de los aspectos más magníficos y crueles de nuestra humanidad; es así que lo mejor y lo peor de aquello que nos hace ser seres humanos, una vez más está presente en una ficción howardiana que se disfruta en demasía.
     Se trata de uno de los cuentos sobre uno de los dos relatos contenidos en esta selección, que tienen como figura destacada al guerrero celta Turlogh Dubh O'Brien, quien en este título y el que le sigue, vive algunas de las experiencias más increíbles, primero al ser prisionero de vikingos, quienes quedan descritos como verdaderos vándalos tal como la historia real en muchas ocasiones los han marcado.  Luego, un viaje forzado en el mar tormentoso lo lleva a ser el único sobreviviente de un naufragio, en el cual solo un viejo conocido también ha logrado salir con vida; es así que ambos hombres de enorme coraje, se encuentran con otro de esos pueblos desconocidos, en medio de una isla, en la cual una vez más son puestas a prueba sus espíritus luchadores.  La antigua monarca del lugar ha sido destituida por medio de una violenta rebelión y tras lograr salvar a esta de un destino aún más cruel, acceden a ayudarla para recuperar su trono, lo que como es de suponer logran conseguir no muy fácilmente, que una vez más la sangre debe correr a raudales para conseguir su objetivo.
     Los personajes que se unen al personaje principal no pueden ser más atractivos.  Primero nos encontramos con el forzado compañero de aventuras de este, el gigante gaélico Athelstane, un hombre sin patria que ha optado por ser un mercenario y que según se cuenta en esta historia, ya antes se había encontrado con O´Brien; pese a trabajar junto a salteadores y asesinos criminales, este demuestra poseer un código de honor que hace que el irlandés le tenga respeto.  
      Luego tenemos a una verdadera femme fatale, la hermosa, artificiosa y peligrosa Brunilda, quien comparte con muchas creaciones femeninas de Robert Howard la personalidad perseverante de otras salidas de su imaginación, convirtiéndola en uno de los mejores agregados a la trama.  Manipuladora como ella sola, puede ser detestable para muchos lectores, pues usa a los hombres como peones en su deseo de conseguir poder…Y sin embargo, sus intervenciones en la trama se paladean bastante.  La falta de nobleza de esta verdadera “perra” (me recuerda en parte a esa gran  villana que es Cersei de GOT), contrasta sin dudas con la de sus dos hombres.
     Por último tenemos al brujo de este cuento, Gothan, un personaje típico en la narrativa howardiana, como hombre ducho en conocimientos arcanos que usa con malevolencia y que siendo brujo viene a ser esa oscuridad que el héroe de turno debe derrotar en representación de la luz y que puede manifestarse por la moralidad propia de la nobleza espontánea (como sucede con Conan), los valores cristianos (Solomon Kane) u otros héroes salidos de la imaginación de Robert Howard.
     El argumento transcurre en un periodo histórico claramente definido, pese a sus elementos propios de la fantasía épica, pues abarca parte del siglo XI, de modo que hacia el final de esta obra aparecen nada menos que los igualmente grandes navegantes españoles.  
     Como muchos otros ejemplos de la literatura de nuestro escritor, encontramos mucha violencia gráfica y monstruosidades memorables:

     “La espantosa batalla se libró en silencio, excepto por el siseo de la respiración jadeante.  El antebrazo izquierdo de Turlogh se apretó contra el mentón simiesco, apartando las espeluznantes fauces de su garganta, alrededor de la cual los dedos del monstruo se habían apretado.  Athelstane todavía dormía en su silla, con la cabeza caída hacia adelante.  Turlogh intentó llamarle, pero las manos estranguladoras lo habían privado de la voz y estaban ahogando rápidamente su vida.  La habitación se sumergía en una bruma roja ante sus ojos dilatados.  Su mano derecha, apretada hasta convertirse en un mazo de hierro, machacó desesperadamente la espantosa cara que se inclinaba hacia la suya; los dientes bestiales se hicieron añicos bajo sus golpes y la sangre saltó salpicándole, pero los ojos siguieron sonriendo y los de dedos afilados se hundieron cada vez más hondos hasta que un campanilleo en los oídos de Turlogh tocó a rebato por la partida de su alma.”

4- El hombre oscuro.

      El segundo y último cuento del volumen que hoy nos reúne, donde disfrutamos de las andanzas del valeroso Turlogh O´Brien, viene a ser para este servidor, sin dudas el que más satisfacciones me ha dado, encontrándolo además bastante emotivo, incluso pese a su atmósfera sangrienta y ominosa habitual de estos relatos.
     En esta ocasión el héroe irlandés emprende una travesía por su propia cuenta, con el objetivo de rescatar a una doncella de su tribu, raptada por un grupo de maliciosos, mandados por una especie de señor de la guerra que quiere desposarla.  En su camino el protagonista tiene una muy interesante charla con un pescador, que pone frente a nuestros ojos la nobleza del protagonista y luego ya llegado a su destino, no solo se enfrenta a los malhechores de turno, sino que se cruza en medio de un poder sobrenatural tan sobrecogedor, que sin dudas supera al mismo O´Brien.  Por otro lado, no solo nos encontramos acá con la presencia de un dios pagano, que en sus designios es capaz de sorprender al guerrero, como no solo la enorme maldad de algunos hombres aparece como un tema recurrente en este tipo de narraciones, sino que también hayamos en estas páginas otros actos admirables por parte del personaje femenino al que fue a salvar el irlandés y… ¡De un sacerdote cristiano!
     A la vileza del antagonista Thorfel el Bello y sus hombres, los actos heroicos de Turlogh, la dama en apuros y el sacerdote, el agregado del llamado Hombre Oscuro hacen de este relato, quizás, uno de los mejores trabajos de Robert Howard, que las maravillas abundan en su desarrollo.
     Por cierto…Nos volvemos a encontrar también acá con el singular mercenario Athelstane, quien hace una de las mejores duplas junto a O´Brien, en la literatura howardiana.
     Asimismo, no se puede obviar el detalle de que una vez más el escritor conecta uno de sus textos a otros de su haber, al hacer que lo transcurrido acá tenga relación nada menos que con su también famoso ciclos narrativo del del picto Bran Mak Morn (detalle que en todo caso, solo podría ser revelado para los seguidores incondicionales del texano…Como uno, je).

     “Era la figura de un hombre que se parecía mucho a los hombrecillos morenos que yacían a su alrededor. Pero dife-ría sutilmente. Turlogh sintió de algún modo que se trataba de la imagen de un hombre que había vivido tiempo ha, pues con seguridad el desconocido escultor había tenido un modelo vivo. Y había conseguido dar a su obra un toque de vida. Allí estaba la anchura de los hombros, los brazos poderosamente moldeados; la fuerza de los rasgos era evidente. La mandíbula firme, la nariz regular, la frente alta, todo indicaba una inteligencia poderosa, un elevado valor, una volun-tad inflexible. Con seguridad, pensó Turlogh aquel hombre era un rey... o un dios. Pero no llevaba corona, su única vestimenta era una especie de taparrabos, trabajado tan hábilmente que cada pliegue y arruga estaba esculpido como si fuera real. Tenía el mismo aspecto que si hubiera sido tallada el día anterior pero, pese a todo, era obviamente un símbolo de la antigüedad.”

jueves, 26 de abril de 2018

¿Tendremos “Expedientes-X” para rato? (Ojalá). PRIMERA PARTE



     Casi dos años transcurrieron entre el último episodio de la (demasiado breve y aún así potentísima) décima temporada de los Expedientes-X.  Tras un desenlace que dejó a millones de sus seguidores en todo el mundo, expectantes respecto a que sería de sus héroes en medio de los apocalípticos eventos de su último episodio (My Struggle/Mi Lucha II), por fin pudimos conocer su conclusión…Y continuar con las andanzas de sus personajes.
     Al menos esta vez se nos concedió una temporada un poco más larga, de 6 a 10 capítulos y manteniendo en general el mismo nivel de la calidad de las historias y puesta en escena, al estar detrás de todo esto su creador Chris Carter, acompañado de los ya también reconocidos James Wong, Glen Morgan y Darin Morgan.           Además, tal como es habitual en el programa, encontramos capítulos correspondientes a la llamada mitología de esta serie, relacionados con las conspiraciones en las que se ven involucrados sus protagonistas.  De igual modo, también se siguieron manteniendo los casos autoconclusivos, que en una época en la que lamentablemente se ha perdido este formato, se agradece bastante por seguir manteniéndolo luego de tantos años en pantalla (teniendo en cuenta además el paréntesis entre la novena temporada, la segunda película para el cine y su regreso con la décima temporada); y es que muchas veces son estas otras historias, las que han conseguido “quedarse en la retina” de sus espectadores y seguidores.
     En esta temporada hay de todo lo que el fan acérrimo de la serie puede esperar, extraterrestres, monstruos, tecnologías peligrosas, secretos que penden sobre la humanidad y que solo unos pocos conocen (por lo general aquellos detrás de todo ello), suspenso, lágrimas y, para suavizar todo esto, mucho, mucho humor.  Asimismo, no solo nos reencontramos con los ya queridos Scully, Mulder y Skinner, sino que volvemos a vernos con viejos amigos y con enemigos.  
     A continuación  mi revisión personal de la primera mitad de este ansiado regreso de este preciado programa, que como pocos he ido siguiendo a lo largo de un periodo importante de mi vida y que como los grandes clásicos no ha envejecido, sino que ha ido cobrando con el paso de los años más encanto que nunca.



1- My Struggle III (Mi Lucha III): Luego de que una amenaza de características apocalípticas se cierne sobre toda la humanidad y solo Dana y Fox, acompañados por dos nuevos aliados, más su antiguo jefe, todo pareciera resolverse usando un recurso dramático propio del llamado deux ex machina (en otras palabras, de forma facilona).  Esto bien puede resultar una decepción, no obstante la gran revelación hacia el final del capítulo, que a mediados de la temporada va a ser mejor desarrollada, justifica en parte este inesperado giro dentro de la trama.  
    Si el primer episodio de la anterior temporada, partió con un repaso de nada menos que del propio Fox Mulder, sobre su papel dentro de los llamados Expedientes-X (por medio de una nostálgica revisión de varios de los momentos más emblemáticos de la serie), siendo que el último de esta temporada inició con los propios recuerdos de su compañera Dana Scully, en esta ocasión las remembranzas corrieron por parte de otro emblemático personaje (y con interesantes descubrimientos para los seguidores).  Al ojo del televidente más agudo, puede llamar la atención que en la sucesión de imágenes reales y relacionadas con figuras nocivas del poder público, aparezca nada menos que el actual presidente de los Estados Unidos (el controversial Donald Trump… ¿Un villano en la vida real? ¡Sin dudas!).
    Por otro lado, las antiguas conspiraciones forjadas hace décadas en el suelo gringo, por muy singulares villanos, se complica más que nunca y dará nuevas sorpresas a los personajes y a nosotros mismos.

2- This (Esta): Otra maquinación relacionada indirectamente con la propia mitología del programa, que por un lado significa la segunda aparición de nada menos que la villana introducida en el primer episodio de esta temporada, interpretada por la veterana Barbara Hershey, quien está detrás del horror de una especie de realidad virtual y en la que se encuentran clones digitales de las más grandes mentes de los últimos años.
    El episodio parte con la pareja de agentes descansando, por fin, tal como se lo merecen, lo que en una vida como la suya no puede durar tanto, pues lo que parece ser el llamado de auxilio de un viejo amigo que creían (creíamos) estaba muerto, viene a ser el comienzo de un enfrentamiento con otro grupo secreto de temer.  Los diálogos inteligentes, como es costumbre, de los protagonistas permiten recordar y homenajear a más de uno de los “caídos” memorables a lo largo de la encrucijada, en la que se encuentran estos buscadores de la verdad y la justicia.  Por otro lado, volver a ver (aunque sea de una manera bastante especial) a alguien tan añorado como…le otorga un plus adicional a esta historia, que de por sí mantiene al espectador atento a todo lo que aquí pasa.
     La atmósfera enrarecida del episodio es propia del genio detrás de él, Glen Morgan, quien desde la temporada anterior abandonó su dupla con James Wong, para entregarnos cada uno por separado memorables nuevos Expedientes-X de culto.


3- Plus One (Más Uno): El Chris Carter más ingenioso y juguetón vuelve con uno de esos casos llenos de personajes estrafalarios, eventos extraordinarios y situaciones curiosas y/o hilarantes, que sacan partido a lo mejor del talento histriónico de Gillian Anderson y David Duchovny, trayéndonos a la memoria algunos de los momentos más clásicos del show.
     Extrañas muertes en las que al parecer dobles malignos de las víctimas son los culpables, acaparan la atención de los agentes, quienes se encuentran con una manifestación muy rara de la maldad humana.  Los villanos de esta ocasión son seres retorcidos, quienes siguen la tradición del programa de presentar criminales con poderes bizarros.  Por otro lado, tal como las viejas historias de terror, la trama toma aspectos moralizantes al abordare los efectos de mal en nuestras vidas.  Los malvados de este tipo de episodios no son los genios de la maquinación como el Fumador y compañía, pero sí son peligrosos depredadores humanos a los que hay que cazar a como de lugar.
     Por otro lado, interesante viene a ser que al referirse esta historia a la dualidad humana y al presentarnos no solo a un puro criminal, sino a dos, se aborda la misma relación entre Scully y Mulder, quienes como mujer y hombre respectivamente, acá encuentran a sus propios doppelgängers o versiones desvirtuadas de sí mismos, en la pareja de psicópatas con quienes les toca enfrentarse.  


4- The Lost Art of Forehead Sweat (El perdido arte del sudor en la frente): Escribo esta entrada cuando aún me faltan 2 episodios para terminarme la temporada, así que no puedo decir si es lejos el mejor de ella...Aunque sin dudas se encuentra dentro de lo más notable, desde que la serie regresó para regocijo nuestro en 2016.
     Como se detallará más adelante, sin dudas que esta historia, escrita y dirigida por Darin Morgan (un artista a tenerse en cuenta, tras los memorables capítulos que nos ha dado solo en este mismo programa y en Millenium), ya se ha convertido en todo un caso legendario dentro del show.
      La trama comienza con el primer plano, bellamente filmado en blanco y negro, de un hombre que sufre una crisis tras confesar (nos) que sabe sobre la existencia de... ¡Marcianos en el planeta!  Lo bizarro de todo esto, por supuesto que tiene que ver con los mismos Expedientes-X, pero la puesta en escena en sí es propia de otra célebre serie televisiva de ciencia ficción y terror: La Dimensión Desconocida (sin dudas el homenaje de los responsables del showman más actual, a un título al que le deben bastante este otro y varios más)...Luego nos enteramos de que se trata del final de uno de sus episodios...
     Sin embargo, quienes hemos visto completa la versión original de la famosa creación de Rod Serling, bien sabemos que ese capítulo en realidad no existe (¿O sí?). Y es que el episodio de Los Expedientes-X que ahora nos reúne, versa sobre los recuerdos y, por consiguiente, acerca de la verdad; en otras palabras, acá nos encontramos con una muy ingeniosa mirada al valor que tienen en nuestras vidas estás remembranzas, las que definen, como no, quiénes llegamos a ser.
     Todo lo anterior se desarrolla a través de la presencia de un hombre de apariencia insignificante, quien les asegura a Dana y Fox de que sus recuerdos han sido intervenidos debido a un oscuro propósito y de que él mismo está siendo eliminado de todo rastro suyo en la realidad.  Las teorías acerca de lo que está pasando, son increíbles y cuándo ello se dramatiza, no puede ser más gracioso (lo que podría ser llevado a cabo como algo en verdad terrorífico, bajo la mano de Darin Morgan se vuelve, como bien lo sabe hacer este, surrealista y, muy cómico) y en ello se encuentra la idea de lo que aquí llaman «Efecto  Mandela...o de Menghele», que la verdad no sé si el concepto existe o no, pero está llevado a cabo con una verosimilitud que (de adrede) nos hace dudar al respecto (o simplemente aceptarlo como cierto).
      La autoparodia que ya hemos visto con anterioridad en el programa que hoy visitamos, vuelve a darnos uno de los mejores momentos de este, cuando a la luz de lo expuesto en los acontecimientos de este capítulo, se repasan varias escenas emblemáticas de su paso por el tiempo.  La hilarante revisión de todo esto, por otro lado, nos permite recordar esos viejos tiempos en los que «todo el mundo» era joven y darnos la certeza de que la experiencia (nos) hace a los maestros.


5- Ghouli: El nombre de este episodio bien puede hacer mención a los monstruos de las narraciones árabes de Las Mil y Una Noches, seres demoniacos y necrófagos, aunque no estoy seguro (los llamados guls).  Por otro lado, este viene a ser el regresó de James Wong a la serie, ya alejado (supuestamente) de sus colaboraciones con Glen Morgan (y aún así ambos trabajando en el show que les concedió la notoriedad).
    Se trata de otro episodio inserto más o menos dentro de la llamada mitología, ya que tiene que ver nada menos que con el destino de William, el hijo de Scully y Mulder, con nuevas revelaciones de gran implicancia para el programa.  
     La trama comienza con dos chicas adolescentes que se hieren entre ellas, al creer ver en la otra a una horrible criatura amenazante (el engendro mismo en su diseño es soberbio y espeluznante). Lo que parece ser un caso más de monstruos, resulta ser en realidad algo mucho más complejo, en lo que un muchacho, dueño de un poder muy especial, se encuentra involucrado. Es así que en el transcurso de esta investigación, Dana y Fox entran en conocimiento acerca del paradero del único hijo de ambos y que dieron en adopción siendo este un bebé, para salvar su vida.
     El monólogo de Scully en la morgue, sin dudas que llega a ser una de las escenas más emotivas (y lacrimógenas) de todo el programa. La Anderson se luce una vez más como la tremenda actriz que es, capaz de pasar de una emoción a otra con una credibilidad sobrecogedora.
     La reintroducción de William en la trama central de Los Expedientes-X, augura posteriores intervenciones suyas y que muchos de los mejores momentos al respecto, aún están por venir.


                                                      Tráiler de la onceava temporada.

martes, 24 de abril de 2018

¡7 años de blog!


      Un número cabalístico y aquel relacionado con la suerte, es el que corresponde al séptimo aniversario de mi Cubil, así que no se trata de cualquier celebración...Sólo espero poder subir hoy mismo este post, que ya tengo terminado uno previo a este y solo me queda revisarlo antes de subirlo, así como tengo otro empezado desde la semana pasada, que no he continuado aún.
     Hace más de una semana que no publico nada, que entre las obligaciones laborales, el gym, la vida social y el descanso a veces no logró cumplir con la página.  Ahora mismo para ahorrar tiempo me voy escribiendo en el trayecto a la pega, registrando mis ideas en el block de notas del celular (que luego me envío a mí mismo al correo para rescatarlos o más bien copiarlas a un texto Word), en vez de mi acostumbrada lectura. Todo sea por cumplir con esta obligación, que me hace tan feliz.
      ¿Cómo no repetirme con otros aniversarios del blog? Tendría que revisar los anteriores, que también implican otros escritos míos, como el que hice el año pasado al llegar a los 500 posts y el hecho pocas horas antes de terminar ese 2017 ya añorado.  Pero no me daré ese tiempo y mejor opto por hacer lo que me salga.  Démosle no más...
     Desde niño me enseñaron mis padres a ser agradecido y tal como recuerdo haberlo hecho unos años atrás, quiero mencionar a unos cuantos lectores constantes, que acostumbran dejarme sus valiosos comentarios, algo que valoro sobremanera, en una época en la que la gente dejó de lado la lectura y escritura «sesuda», como consecuencia de la preferencia por la sobre exposición del Facebook y los monólogos/discusiones del Twitter.  Me refiero en especial a dos queridos amigos mexicanos, Murinus de Habilidadesmonetarias y Eduardo Romero del Cuchitril de Cidroq, quienes más que nadie me visitan desde la blogósfera y me dejan sus valiosas palabras; ambos son colegas blogueros que saben muy bien lo que significa para uno dedicarse a este, algo que lamentablemente muchos desconocen, ignoran o miran en menos.  Pues cada vez que me encuentro con sus comentarios, me contento, porque por un lado no hay como el reconocimiento de tus pares y, por otro, son dos de las pocas personas que hoy en día se manifiestan de esa manera con lo que hago.
     Otras personas cuya presencia en el Cubil es constante y no puedo dejar de mencionar, son Ricardo Ruiz de la revista virtual Insomnia, quien desde Argentina dirige tan importante empresa ad honorem y dedicada a nuestro escritor favorito: Stephen King.  Deben saber que fue este, Rar para quienes lo ubicamos bien, la persona que hace ya más o menos una década y media, me inspiró a realizar mis propios escritos digitales.  Hoy en día Ricardo me honra no solo pasándose por mi página, sino que agregando uno que otro de mis textos a tan magnífica revista.  Tomás Rivera, desde España, la persona detrás de Kindlegarten, sigue manteniendo el contacto conmigo y de igual manera desde la Madre Patria se encuentran José de Cine y televisión de ayer y de hoy, así como Diego de Misión Ci Fi...Pasatiempo de Lectura; Mauro Vargas de Colombia y quien es el creador de la estupenda Léase a Plena Noche, así como desde Venezuela Vladimir Vásquez y Roger Senra, respectivamente con La Cueva del Lobo y Materia Oscura de la Mente, también me han honrado con su interés por lo que hago.
     No puedo dejar de lado entre medio de estos reconocimientos a mi amigo de tantos años, Miguel Acevedo, escritor y bloguero de Le Dicen Poesía, quien de entre todos mis amigos más cercanos, es el único que se manifiesta de manera regular por acá y ello es algo notable para mí.  
     A veces se aparece por estos lares alguna otra “voz”, regalándome su punto de vista, algunas de ellas conocidas ya (como mi amiga Valeria y Pascual Medina, ambos de la Argentina).
     Toda esta gente y otros que se han hecho seguidores (o lectores constantes, como bien me gusta usar el término creado por el llamado Rey del Terror), me demuestran que lo que hago no cae en saco roto…Escribo para ellos, para mí mismo y para quien pueda disfrutar de estas entradas, ya sea por simple placer estético o porque sus contenidos les puedan servir de alguna u otra manera.  Hay quienes en más de una ocasión me dicen que les gusta cómo escribo, lo que realizo y el Cubil del Cíclope en general; por supuesto que quisiera que se manifestaran más (que aumentara considerablemente la cantidad de avatares de mis lectores constantes y/o que tuviera más comentarios), pero supongo que así es esto de los blogs: la revisión que se hace de estos a lo largo del mundo, salvo por medio de las estadísticas, es siempre “silenciosa”…Al menos he sido constante ¿No? Que he visto ya muchos (buenos) blogs morir por simple dejamiento de sus creadores, lo que para nada quiero que pase con mi querido Cubil del Cíclope, que es lejos uno de mis mayores orgullos (por ser algo completamente mío).
     Por años me negué al Facebook, hasta que mi amiga María Elena Francovich terminó por convencerme para que me hiciera un perfil (¿o se dice “cuenta?) en él.  Fue en el transcurso de la primera semana de vacaciones de inverno, en julio, que comencé con ello.  Mi propósito con todo esto fue promocionar lo que hago, subiendo vez que publico un nuevo post, el link respectivo para darlo a conocer a una mayor cantidad de público (tengo más de 1000 “amigos” en la famosa red social, aunque conozco a una ínfima parte de ellos, por supuesto) y creo que algo he conseguido al respecto.  
     Estos 7 años han abarcado casi toda la vida de mi regalón Amilcar, quien ahora tiene 8 años y medio.  Cuando comencé con todo esto, a veces tenía a mi niño sentado en mis rodillas, quien me acompañaba mientras escribía aquellos primeros post para la página.  Lo he visto crecer y desarrollarse tal como ha pasado con este blog, de modo que me es imposible no relacionar al uno con el otro (en más de una ocasión me he referido a él y a su hermanito, Bruno, agregando una que otra foto de ambos en distintas entradas del Cubil).  Amilcar hace rato sabe que existe esta página y le llama la atención; espero que tanto él como Brunito la lean y así podamos compartir más en profundidad un montón de temas (ñoños) y puedan conocerme en esta pequeña faceta creadora mía.  Le dedico a ambos estos 7 años de Cubil, por ser las personitas que me animan con su amor a seguir manteniéndome con el paso del tiempo, firme en mis principios y en mis sueños, a no perder nunca al niño que aún habita en mí y que se regocija con sus alegrías y risas.

Mis musos y yo.

domingo, 15 de abril de 2018

Robert Howard es mucho más que Conan (tercera parte).



¿Más de Solomon Kane?

      Existe otro cuento escrito por Robert Howard que tiene como protagonista a Solomon Kane, titulado originalmente como La llama azul de la venganza y que luego fue renombrado como Aceros de la hermandad.  No obstante esta historia no se encuentra en el tomo de Valdemar que poseo, pues no solo fue publicado póstumamente a la muerte de su autor, sino que según el responsable de la edición que poseo se trata de una obra de escaso valor literario y que más encima no posee elementos sobrenaturales, si bien con posterioridad otro escritor (ignoro quién) le introdujo un monstruo lovecrafniano.  Gracias a los milagros de Internet, me encontré con un compilado de todos los escritos que tienen al puritano como protagonista, incluyendo esta historia de piratas y 3 más cuyo verdadero origen desconozco; sin embargo, como sospecho acerca de su procedencia, salvo la obra mencionada, no me he entusiasmado aún por leerlas.  Agradecería si alguna alma gentil me instruyera al respecto, a ver si a futuro escribo un nuevo post dedicado a Solomon Kane.

Sonya la Roja.

    Y ahora, por fin, es el momento de revisar el cuento “de regalo” que mi preciado tomo de la saga de Solomon Kane trae para regocijo de los fanáticos de Robert Howard: el cuento histórico La Sombra del Buitre, en el que aparece nada menos que Sonya la Roja de Rogatino, guerrera de temer y que fue supuestamente el único relato original de su creador en el que esta aparece; no obstante mi amigo y colega bloguero Tomás Rivera, me dijo en un comentario suyo que “(…) aparecería también en un relato de Bran Mak Morn. Se ve que Howard no tenía muy claro en qué época histórica ubicarla”.  Ojalá tenga la oportunidad de conseguirme todas las historias de este otro, para comprobar por mi cuenta las palabras del experto Tomás (que para nada las pongo en duda).
     Desde niño, más o menos, que conozco a la colorina espadachina, siendo una de las primeras heroínas que a tan temprana edad se ganaron mi completa devoción (lo admito sin tapujos una y otra vez: los personajes femeninos aguerridos son mi debilidad).  Sin embargo la versión que conocía de esta era una bastante libre respecto a su identidad literaria, ya que tenía la imagen de la película ochentera (y de la que les hablaré dentro de poco), como de la adaptación de los cómics Marvel, que la trasladaron a la Era Hiboria, la misma de Conan, para darle mayor espectacularidad y aprovechar el éxito de las historietas del cimerio.
     Pero mejor vamos por parte.


     La Sombra del Buitre es un impresionante cuento ambientado en pleno siglo XVI, durante el llamado sitio de Viena, en el cual el entonces poderoso imperio turco-otomano aparece arrasando con todo a Europa y que estuvo en la práctica bajo sus pies.  La descripción detallada de la contienda, utilizando personajes históricos y otros de propia invención de Robert Howard, para llevar a cabo una muy entretenida narración, dejan claro más que nunca su enorme talento, versatilidad para incursionar en distintos géneros literarios con soltura y enormes conocimientos como autodidacta.  Los enormes detalles que le dan verosimilitud al argumento, se conjugan con la introducción de personajes salidos de la enorme imaginación del texano, quien nos demuestra con esta joyita que en la vida real (y en el pasado más encima) también podemos encontrar a sujetos admirables por su valentía en el campo de batalla, como también otros rastreros que sin dudas vienen a ser la inspiración para sus propias fantasías épicas.
      En medio de esta contienda se encuentra el caballero Gottfried von Kalmbach, quien tras las últimas derrotas del ejército en el que ha servido como mercenario, decide abandonar la lucha antes de la devastación final y como consecuencia de ello pierda la vida.  Sin embargo el destino lo lleva a  retractarse y volver con más pasión que nunca a la lucha contra el enemigo.  Justamente en este cambio de actitud, se encuentra la presencia de la amazónica Sonya la Roja, una mujer como nunca antes había conocido y quien pelea en la contienda con tal ferocidad que muy pocos hombres lo poseen.  La atracción sexual entre estos dos es inevitable, otorgando al relato cierto grado de erotismo, que junto a su violencia gráfica, no dejan de llamar la atención teniendo en cuenta la época en la que fue escrito (1934).

     “Se trataba de una mujer, vestida de una forma que von Kalmbach no había visto siquiera entre los petrimetres de Francia.  Era alta, de formas espléndidas, aunque ágil.  Bajo el caso de acero, se le escapaban bucles rebeldes que formaban rizos de un color rojo dorado al resplandor del sol y que caían sobre sus hombros fuertes.  Altas botas de cordabán le cubrían hasta medio muslo, envuelto en bombachos.  Vestía una fina cota de malla turca, metida en esos calzones.  El fino talle ceñido por una fina faja de seda verde, de muchas vueltas, dentro de la que portaba un par de pistolas y una daga, y de la que colgaba un largo sable húngaro.  Y por encima de todo ello llevaba, al descuido, una capa escarlata.
     Aquella figura sorprendente estaba apuntando el cañón, con una soltura que denotaba algo más que un conocimiento superficial, a un grupo de turcos que se aplicaban a una cureña, justo a tiro.”

     Esta no fue la única mujer de armas de tomar que apareció en los escritos de Robert Howard, que también es famosa dentro de sus creaciones la pirata Belit, para quien trabajó el mismísimo Conan y fue su amante.
     El contraste entre el melancólico (hasta cierto punto) germano y la más colérica Sonja, pese a sus diferencias provoca una interesante dupla, que tal vez si su autor hubiese vivido más u otros continuasen las andanzas de la pareja con nuevas aventuras suyas, podría dar otras perlas de la narrativa de aventuras.
     De forma paralela a las hazañas de nuestros héroes y la descripción de la desolación (y desesperación) en la que se encuentra Viena, el relato se centra en la propia corte de Suleimán el Magnífico, detallando un mundo que no solo viene a parecernos exótico, sino que nos recuerda aquellas culturas ficticias propias de los relatos del mencionado Conan.  Dentro de las páginas dedicadas al bando de los turcos, se encuentra la figura del siniestro Mikhal Oglu, líder de la fuerza de elite emperador, temido por su crueldad y quien viene a ser el principal antagonista de Gottfried y Sonja, siendo este el buitre que menciona el título del cuento.

Los cómics.

La Sonja la Roja comiquera clásica de Marvel y otra más moderna de Dynamite.

      En 1973 renació para las viñetas la colorina guerrera dentro de la primera colección de Conan, como complemento y contrapartida femenina de este; no obstante luego ganó notoriedad entre los lectores, en especial por su sensual imagen con un pequeño bikini metálico, que deja apreciar bastante su atractiva figura, a la par de su bravura y atractiva personalidad.  Se cambió la grafía de su nombre de Sonya a Sonja y se le otorgó como patria al pueblo de Hirkania.  En el guión el responsable de esta nueva identidad suya, se encuentra nada menos que un guionista veterano como Roy Thomas (quien para entonces no solo llevaba el precioso trabajo de adaptar a Conan y a buena parte de los escritos de Robert Howard a la historieta, sino que había sido nada menos que el sucesor de nada menos que Stan Lee, tras dejar este la escritura de los cómics de Los Vengadores, así como también con los X-Men) y al dibujante Barry Windsor-Smith (quien con posterioridad en 1993, sería el autor de una de las novelas gráficas más celebradas y emotivas de Wolverine: Arma-X).

La película.


     1985 fue el año en el que se estrenó como una más de las tantas producciones del legendario Dino de Laurentis, la versión cinematográfica sobre los cómics de Sonja la Roja.  Pues aprovechando el éxito de los dos filmes realizados sobre Conan, teniendo de estrella a Arnold Schwarzenegger, se quiso probar suerte con este otro personaje.  Para este proyecto se contó con la entonces debutante Brigitte Nielsen, a quien lamentablemente su belleza no logró opacar sus escasas virtudes histriónicas.  Esta fue acompañada por la estrella Schwarzenegger, cuyo papel no podía tener menos peso dramático, al aparecer dos veces en escena como casi por arte de magia (sin mayor razón), que no sea ayudar a la protagonista y luego transformarse en su pareja romántica.  Además encontramos acá a la sí talentosa Sandahl Bergman, como la villana de la historia, una reina obsesionada con la magia y el poder, así como despechada con la pelirroja guerrera… ¡Tras no aceptar esta sus intenciones lésbicas! (tema que igual es sugerido en esta obra medianamente de carácter familiar, si bien un espectador con “criterio formado”, con facilidad se puede dar cuenta de ello). Es así que el desempeño de la Bergam, quien hizo de Valeria, la compañera amorosa del cimerio en Conan el Bárbaro, brilló sin dudas en la actuación por sobre sus dos coprotagonistas.
      Siendo que esta película está centrada en la hirkaniana, los productores se aprovecharon de la fama de Schwarzenegger, poniendo su nombre al principio de los créditos, por sobre la Nielsen.  De hecho en Latinoamérica (o al menos en Chile), como también en España, fue estrenada como El Guerrero Rojo, tal si fuese Kalidor el protagonista y no Sonja.
      Dirigida por Richard Fleisher, quien hizo ese mismo año Conan el Destructor y ya tenía una inmensa carrera a cuestas tras las cámaras, en exitosas cintas de muchos géneros, contó con la preciosa banda sonora de Ennio Morricone (casi tan épica como la llevada a cabo por Basil Poledouris, para Conan el Bárbaro).  No obstante posee una trama simplona, pero aun así puede ser encantadora, si se detiene uno a valorar otros aspectos suyos.  Pues aparte de la mencionada banda sonora de Morricone (¿Tal vez uno de sus mejores trabajos?), se debe destacar la presencia de dos personajes, que en un principio aportan una cuota de humor a la trama (un niño príncipe y su fiel guardián, únicos sobrevivientes de una antigua y orgullosa civilización, devastada por la mala de la película), quienes igual poseen más de un momento de cierta sublimidad en el argumento.  A ello también se deben agregar preciosos paisajes y en especial escenarios artificiales, que mezclados con la naturaleza en la que fueron insertados, dan la idea de una antigüedad y de un gigantismo tan habitual en la narrativa de Robert Howard, que el espectador no deja de admirar la belleza de sus diseños.
    Como serie B de los ochenta, el largometraje de Sonya la Roja se deja disfrutar como un ejercicio de la nostalgia, pese a que haya envejecido hasta cierto punto.


                                               Tráiler (lo siento, no pillé ninguno en HD).


Solomon Kane en el cine.


     En 2009 se estrenó la que hasta el momento ha sido la última adaptación al cine de la obra de Robert Howard, quien lamentablemente ha sido relegado a producciones no muy afortunadas (tras Kull el Conquistador en 1997 y el reboot de Conan de 2011).  Dirigida por Michael Bassett, tiene como protagonista al guapo (y al parecer siempre juvenil) James Purefoy, quien se ve irreconocible en su caracterización (que en todo caso la  personificación respecto al personaje literario, está muy bien hecha).  Acompañando al anterior, se encuentran verdaderos veteranos del cine fantástico y el séptimo arte en general, como lo son Max von Sydow y Pete Postlethwaite (sin embargo, la presencia de estos dos no ayudó mucho a que la cinta fuese un éxito, puesto que igual su guión tampoco fue muy sofisticado que digamos).  
     Su trama puede ser considerada como una precuela a los cuentos escritos por Robert Howard, ya que trata acerca de los orígenes del héroe y el comienzo de su cruzada enfrentándose a las fuerzas del mal sobrenaturales.  Tras ser presentado como un hombre sometido a la violencia de su corazón, alejado de sus congéneres debido a ello, pese a su supuesto servicio en beneficio del bien, llega hasta el límite y termina casi por caer en la propia condenación de su alma.  Es así que luego lo vemos más centrado, tras pasar un tiempo haciendo penitencia, amparado por nada menos que la Iglesia Católica (he aquí un importante cambio en su aspecto religioso, tras ser un puritano y protestante en los cuentos, a convertirse en un “papista” en la versión para el cine).  A ello le sigue el resto de su camino a la redención, encontrando con una afectuosa familia que lo acoge y luego verse envuelto en un enfrentamiento contra fuerzas oscuras relacionadas con su pasado y, más encima, con su propia familia maldita.
     El largometraje es violento y posee su dosis de terror, con varios demonios, unas especies de zombis y hasta una bruja entre medio.  La primera vez que la vi me gustó mucho; lamentablemente, tras haber leído los cuentos originales con Kane de protagonista, uno se pregunta por qué no fueron más inteligentes y tomaron estos mejor como base de la película (tal como lo que ha pasado con los filmes de Conan y otras adaptaciones de Robert Howard, que desperdiciaron el material original).
    La banda sonora fue hecha por Klaus Badelt, pero esta pareciera más un trabajo tenido en cuenta como un mero encargo para el músico, pues no llega al nivel de esas composiciones suyas más hermosas y sublimes.


                                                                           Tráiler.
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